CARNE DE CAÑÓN

Ecate, Roberto Ferri
Miércoles, 28 de noviembre del 2018
Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver,
pero solo si las miradas matasen seguiría mirándote.
Si no va a sumar que no reste.
Para entender eso te las viste y te las deseaste.
Por ser de mírame y no me toques,
por seguirles la corriente,
y por no saber a que carta quedarte,
el que repartió se quedó la mejor parte.
Dejaron de creer en ti y la fe moviendo montañas,
le echan leña al fuego del cual sacas las castañas,
Pero tú no tienes pelos en la lengua
ni te callas debajo del agua
del vaso en el que te ahogas.
Quién te ha visto y quién te ve,
sigues viva porque mala hierba nunca muere.
De ilusiones también se vive,
pero al final todo se sabe.
Lo pasaste todo por alto,
pero ya te has cerrado a cal y canto,
el que te haga daño es hombre muerto.
Te explicabas como un libro abierto,
ahora tus secretos, ni al más discreto.
Te buscan las cosquillas,
te sacan de tus casillas.
Tienes la cara muy dura, pero los pies en la tierra,
piensas mal y aciertas.
Hoy vas como una cuba,
y lloras a lágrima viva,
gritándole al cielo que bien está lo que bien acaba,
que borrón y cuenta nueva,
y que te lo llevarás a la tumba
Dicen que a palabras necias, oídos sordos,
que ojos que no ven, corazón que no siente.
y que a mal tiempo, buena cara.
Dicen que cuando una puerta se cierra, otra se abre,
que quien ríe el último, ríe mejor,
y que cada loco con su tema.
Dicen que de donde no hay, no se puede sacar,
que no es oro todo lo que reluce
y que no hay mal que cien años dure.
Que a la tercera va la vencida
que no hay rosa sin espinas,
y que no hay vida sin muerte, ni placer sin pesar.
Dicen que el que la sigue, la consigue,
que el que algo quiere, algo le cuesta,
el que avisa no es traidor
y el que busca, halla.
Dicen que el que espera, desespera,
el que mucho corre, pronto para.
Dicen que el que no corre, vuela,
el que tuvo, retuvo,
y el que rompe, paga.
En realidad disfruto volviendo a perder la cabeza por alguien
me encanta la sensación de ponerle a cien
Soy consciente de que estoy para que me encierren,
pero siento que así me va la mar de bien.
A grandes males, grandes remedios.
No siempre el fin justifica los medios,
y rectificar es de sabios.
Crío cuervos y me sacan los ojos,
llevo una vida de perros,
tengo la cabeza llena de pájaros,
estoy curada de espantos
y vivo en un constante estado de nervios.
Me explico como un libro cerrado,
pero yo sé que las mato callando.
Que me perdonen si les supero muy rápido,
ya no me agarro a clavos ardiendo.
No lo dejo para mañana, hoy mismo lo olvido,
siempre hay un roto para un descosido.
No se debe mentar la soga en casa del ahorcado,
la curiosidad mató al gato encerrado.
Me lo tomo todo al pie de la letra,
que con sangre entra.
Voy con la cabeza bien alta,
me lo juego todo a una carta.
Para el enemigo que huye,
un puente de plata.
Pienso que mañana será otro día,
pero sin bajar la guardia,
porque me huelo algo a la distancia,
y vuelve una por donde solía,
a esos recuerdos donde hasta sonreír le dolía.
Se siguen metiendo donde no les llaman,
no saben que los tiempos cambian,
y que donde las dan, las toman.
Y yo, incapaz de ver, oír y callar,
me encanta verlos hacerse de rogar,
contra su vicio de pedir, mi virtud de no dar.
Cogerles con las manos en la masa,
poner las cartas sobre la mesa.
Hay que cortar por lo sano,
con el que tira la piedra y esconde la mano.
De desagradecidos está el mundo lleno,
gusta lo ajeno más por ajeno que por bueno.
Pero la gente dice tantas cosas,
que apaga y vámonos.
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